Y cojo un boli y un papel
y el día entero pensando estoy.
No sé que hacer, no se me ocurre nada.
Sólo espero tú llegada.
Aquí, sentada en el comedor,
y como no puedo verte ni sentirte,
cierro los ojos con gran pasión.
Intento describir como es tu rostro,
y no sale nada de tanto dolor.
Recuerdo un poco que eras moreno.
Los ojos marrones, igual que yo.
Y aquella piel cálida que me encantaba,
soñaba con ella en el colchón.
Recuerdo que tenías una sonrisa preciosa,
y unos labios que deseo yo.
Pero poseo algo más que tú no tienes:
un gran y dulce corazón.
Y miro hacia delante buscando tu rostro.
No encuentro ya nada, mi imaginación se borró.
Mil lágrimas esparcidas por su cara.
Como dice mi abuela, lo oyuelos son.
Espero sentada aquella llegada
Que hace tiempo que ya marchó
Deseo encontrarte otra vez de nuevo,
aunque sé que nunca más volverás.
Pero de algún modo, la pena de mi alma,
tendré que sacarla para respirar.
Reichel
(Raquel Rodríguez Fabra, arquera del Hogar Navarra OJE Barcelona)
